La velocidad de un sitio web es un factor determinante en la experiencia del usuario. Cuando una página carga rápidamente, los visitantes permanecen por más tiempo y navegan con mayor comodidad. Por el contrario, la lentitud genera abandono inmediato.
Existen varias estrategias para optimizar la velocidad. Una de las más importantes es la compresión de imágenes. Las imágenes pesadas son una de las principales causas de carga lenta, por lo que deben estar ajustadas al tamaño adecuado y comprimidas sin pérdida excesiva de calidad.
Otra técnica es la implementación de caché. Esto permite que ciertas partes del sitio se almacenen temporalmente, reduciendo las solicitudes al servidor. Asimismo, es recomendable minimizar scripts y recursos innecesarios que se cargan en segundo plano.
Un hosting de calidad también marca una gran diferencia. Servidores más rápidos y estables ayudan a que el contenido se entregue sin retrasos.
Cuando un sitio es rápido, mejora su posicionamiento, aumenta la retención de usuarios y genera mejores resultados en general.