El arquero ha dejado de ser un jugador que solo ataja balones. En el fútbol actual, participa activamente en la construcción del juego, inicia salidas desde el fondo y actúa como un defensor adicional en ciertas fases.
Las habilidades necesarias han aumentado: control con los pies, precisión en el pase, capacidad para leer el juego y buen posicionamiento. Además, la comunicación con la defensa es fundamental para organizar la línea y anticipar jugadas peligrosas.
La reacción y la toma de decisiones bajo presión siguen siendo elementos esenciales, pero hoy se combinan con aptitudes más tácticas. El arquero moderno es un jugador completo, decisivo en momentos clave del partido.
